martes, 13 de noviembre de 2012

A veces pido al tiempo, jugar los mismos dados.




Invoco a los recuerdos alegres de mi infancia


donde la vida misma situaba en mi su mano

apareciendo niño, juguetes en la estancia

una sonrisa tierna y el rostro de mi hermano



Él fue sombra y cobijo, tutor, pauta y consuelo

rival de mil batallas, mi socio, mi maestro

gastábamos la vida, soñando con el cielo

escenas infantiles de un cosmos que fue nuestro



Llegó la adolescencia; aún escucho el eco

del canto de sirenas que hechizan nuestro huerto

un tiempo donde el río de amores se halló seco

más tarde sus torrentes, llegaron a buen puerto



Cada uno por su lado, buscando su destino

perdidos en el bosque de besos y de afectos

hechizos del elixir de un pecho femenino

que embrolla los sentidos...y un vicio sus efectos



Más no pudo el camino, romper nuestras alianzas

tatuadas en el pecho, cada uno con su mano

aquella nuestra historia dejó sus enseñanzas

tramando con el tiempo, los lazos con mi hermano



El bat se ha apolillado y el guante se ha perdido

el "cuadro" y los jardines jamás serán pisados

así la portería cumplió su cometido

y la última "canica" no tira más soldados



Ni hembras, ni guitarras, ni noches lisonjeras

ni rondas con amigos, ni tiempos de la holganza

no más copas tiradas y no más borracheras

quedó solo el recuerdo perdido en lontananza



Las huellas de aquel tiempo las sigo tarareando

en ritmos diferentes y acordes más pausados

y aunque el furioso río de ayer se fue calmando

a veces pido al tiempo jugar los mismos dados.



Salvatore*



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