Fue tu boca desbocada
la que urdió nuestra aventura,
la canción de tu mirada,
la potranca y la montura.
Con la alquimia de tus besos,
tu calor y tus tornados
me perdí en tus embelesos
(mi vida aposté a los dados)
Encontrándome en tus bordes,
en tu cielo y tus estrellas,
susurraban los acordes
de las sonatas más bellas
En este mundo de ensueño,
la magia desenfrenada
logró me sintiera el dueño
de la mujer más deseada.
Cabalgando entre luceros,
entre nubes y entre rosas
cual Pegaso en los senderos
que surcan las mariposas.
Aturdiste mis sentidos
yendo a tus profundidades
y en arrítmicos latidos:
grandes olas en tus mares.
Hasta lograr que mi verso
catara mejores rimas
pasmadas en tu universo,
tus abismos y tus cimas.
Fluyendo, así, las cascadas
de lava de mis amores,
y entre sabanas doradas
Dos amantes … ¡los mejores!
Salvatore*
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