domingo, 1 de noviembre de 2009

En los gélidos brazos de la muerte...

No se cuando, ni como pero un día
tendré que despedirme de esta suerte
abandonar el cuerpo y su ironía
en los gélidos brazos de la muerte.

Para volar como ave cantarina
en esa libertad que dan las alas
hacia la luz más pura y más divina
y el cielo me reciba con sus galas.

No se cuando, ni como, ni la hora
ni el miedo se presenta en esta duda
más, pienso en los relevos de la aurora
cuando el sol a la noche la desnuda.

Le convierte en albor, toda negrura
destiñendo sus sombras lentamente
y en un brillo de amor la torna pura
obsequiándole el sol a tanta gente.

La muerte no es el fin, es la apertura
el premio del creador por la faena
una vida inmortal que nos augura
la ausencia de un litigio o una condena.

El cuerpo es el que muere en ese duelo
tirano que en la vida nos maneja
el alma lo abandonará en el suelo
descartando otra vez que la proteja.
Salvatore*













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